martes, 19 de abril de 2011

Sábado Santo, el silencio de María - Mons. Juan del Río Martín

Sábado Santo, el silencio de María
Mons. Juan del Río Martín *


MADRID, martes 19 de abril de 2011 (ZENIT.org).- El sentido litúrgico, espiritual y pastoral del Sábado Santo es de una gran riqueza. El venerable Siervo de Dios Juan Pablo II, recordaba en la Carta Apostólica Dies Domini que “los fieles han de ser instruidos sobre la naturaleza peculiar del Sábado Santo” (nº4). Este día no es un día más de la Semana Santa. Su singularidad consiste en que el silencio envuelve a la Iglesia. De ahí, que no se celebre la eucaristía, ni se administre otros sacramentos que no sean el viático, la penitencia y la unción de enfermos. Únicamente el rezo de la Liturgia de las Horas llena toda la jornada.

Sin embargo, nada impide que pueda tenerse una Liturgia de la Palabra en torno al misterio del día o que se expongan en las iglesias las imágenes de Cristo crucificado o en el sepulcro y de la Virgen Dolorosa para que los fieles puedan rezar delante de ellas. (cf. SC nº7). Ahora bien, “las costumbres y las tradiciones festivas vinculadas a este día, en el que durante una época se anticipaba la celebración pascual, se deben reservar para la noche y el día de Pascua” (CCD, Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, Roma 2001, nº 146).

Sellado el sepulcro y dispersados los discípulos sólo “María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro” (Mt 27,61). El discípulo amado acompaña a la Virgen en su soledad, mientras que los judíos celebraban el Sabbat, día que recuerda el descanso de Dios en la semana de la creación. En la nueva alianza que se ha dado en el Calvario, el sábado será el día de la Madre que, unida con toda la Iglesia, “permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y en el ayuno su Resurrección” (DD nº 73). Mientras el Hijo redime las entrañas de la humanidad, María vive esos momentos en un silencio contemplativo, reflexionando sobre las experiencias que “guardaba en su corazón” (Lc 2,61).

miércoles, 6 de abril de 2011

El papa nombró un nuevo obispo para la diócesis de Mar del Plata

El papa nombró un nuevo obispo para la diócesis de Mar del Plata


Buenos Aires, 6 Abr. 11 (AICA).- El Santo Padre Benedicto XVI nombró obispo de la diócesis de Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires, a monseñor Antonio Marino, de 69 años, actualmente obispo auxiliar de La Plata.

La información del nombramiento fue dada esta mañana por el nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini, a través de la agencia AICA, en simultáneo con la publicación en Roma.

Desde el 10 de marzo del corriente año, está al frente de la diócesis de Mar del Plata monseñor Armando Nicolás Ledesma, en carácter de Administrador Diocesano, cuando fue elegido por el Colegio de Consultores. Dicho cargo lo ejercerá hasta que monseñor Antonio Marino asuma el gobierno pastoral de esa iglesia diocesana. El anterior obispo de Mar del Plata, monseñor Juan Alberto Puíggari, fue promovido por el papa Benedicto XVI a la sede arzobispal de Paraná, cargo que asumió el pasado 7 de marzo.


Mons. Antonio Marino, obispo electo de Mar del Plata

Nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de marzo de 1942. Fue ordenado sacerdote el 27 de noviembre de 1971, por el cardenal Juan Carlos Aramburu en la catedral metropolitana de Buenos Aires.

Desde 1973 a 1978 frecuentó los estudios de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma, donde obtuvo el doctorado en Teología Dogmática.

En la Arquidiócesis de Buenos Aires ejerció el ministerio sacerdotal como Vicario en las parroquias San Benito Abad, Nuestra Señora de Monserrat, San José de Flores, Nuestra Señora de Luján Castrense y la Inmaculada Concepción de Belgrano.

Asimismo, ejerció la docencia como profesor en la facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”.

Desempeñó también los siguientes cargos: Censor arquidiocesano; Director espiritual del seminario mayor metropolitano de Buenos Aires; Asesor teológico y doctrinal de la Comisión de Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal Argentina y Juez adjunto del Tribunal Eclesiástico Nacional.

En 1993 Juan Pablo II lo distinguió con el título pontificio de Prelado de Honor de Su Santidad.

El 11 de abril de 2003, Juan Pablo II lo nombró obispo titular de Basti y auxiliar de la arquidiócesis de La Plata. Fue ordenado obispo el 31 de mayo de 2003 en la catedral de La Plata, por monseñor Héctor Aguer como consagrante principal y fueron co-consagrantes Mons. Estanislao Esteban Karlic y Mons. Mario José Serra.

En la Conferencia Episcopal es miembro de las Comisiones de Fe y Cultura y de Ministerios.

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